Este tiempo ha estado lleno de preguntas.
He estado buscando mi identidad, mi lugar, mi rol y mi sentido.
Y los encontré. Sin querer buscaba un rostro.
He estado buscando mi identidad, mi lugar, mi rol y mi sentido.
Y los encontré. Sin querer buscaba un rostro.
Leyendo "Mientras no tengamos rostro" de C.S Lewis, sucedió.
Buscando una posición,
encontré la incertidumbre.
Buscando una investidura,
encontré cilicio.
Buscando honor,
encontré humillación.
El quiebre de mi orgullo
y vanagloria.
Buscando una carga (o),
encontré una cruz.
Buscando un camino,
encontré uno estrecho,
que va al Gólgota,
donde va a morir a mi propio yo.
Mi corona, el liderazgo,
cambiada por espinas.
Mi baluarte, el conocimiento,
ha sido revelado como mi falso soporte.
Como un pámpano, recién podado,
he entregado todas mis hojas.
Como rama luego del otoño
ha quedado mi yo.
El que tanto quise cuidar.
Con el cual pensé que podía hacerlo todo.
Y el mismo que me traicionó
Porque, al mostrarlo sin tapujos,
espantó a muchos.
Y cortó mis alas.
Pero, de todo esto,
sobrevivió la madre de mis preguntas.
Una pregunta que no puede expresarse con palabras.
Un por qué, un para qué o un qué se quedan cortos.
Y la respuesta es
¿Por qué he sufrido?
¿Para qué he sufrido?
¿Por qué he esperado?
¿Qué he esperado?