Toda la tarde fue pura buena onda: la gente llegó casi toda temprano, hubo mucho rato en el cual estuvimos desocupados, y la votación fue rápida.
Pero llegó el fin.
Eran las 16:15 hrs, y decidimos cerrar la mesa 5 minutos antes de las 9 horas, porque no llegaba nadie. Y justo llegó un gallo que había estado trabajando en la feria. Le pidió al presidente de la mesa que si lo podía dejar votar, que había estado trabajando, que la micro se había demorado. Me dio pena, porque yo sé lo que es llegar atrasado a una parte, y como quedaban 4 minutos, dije algo así como "que tiene, déjenlo votar no más". Y el presidente dijo: " el presidente de la mesa soy yo". Mala onda.
El problema fue que como esto me tomó desprevenido, reaccioné mal. Toda la buena onda de toda la votación se fue al tacho de la basura porque me amurré (igual como en el Encuentro Zonal Centro, para los que se acuerdan), y esto les afectó a los demás. Durante un buen rato nadie habló más de lo necesario, y me limité a hacer mi trabajo como secretario muy bien, de modo que cuando el presidente me pedía algo, yo lo tenía listo desde antes. Al rato, los demás se soltaron, pero yo no. Me puse muy, muy serio con el presidente, herido. Tal vez alguien encuentre la palabra que defina esto.
Cuando terminó el proceso, y fue a dejar la carta dirigida para el Presidente del Comité de Elecciones, llegó el presidente de la mesa y me pasó su sobre. Al rato se quedó conmigo. Y cuando el caballero del correo pensó que el presidente de la mesa era yo, el verdadero acotó nuevamente que él era el presidente. A estas alturas no me molesté por esto, porque en realidad, mi problema era otro. Al final, se fue con un "Ya, amigos..." y se fue. Pero no pude revertir mi amor propio herido.
Para más remate, le conté a mi padre primero cuando me fue a buscar, y le dió la razón a él. Si él es el presidente, que tenía que yo, el secretario, meterme. Y en la casa, mi madre me dijo algo parecido, pero en el sentido que aquél que tenga poder, lo va a ejercer si siente que alguien le pone el pie encima. De verdad, nunca fue mi intención conciente hacer eso, pero se lo tomó así, porque así es el caracter de él.
Mi problema fue que sentí que me pusieron el pie encima a mí y me sentí humillado y herido. Podría haber reaccionado bien tirándolo a la talla, pero me lo tomé a la tremenda. Y no lo pude controlar. No es mi estilo andar poniéndole el pie encima a los demás, pero si alguien lo hace conmigo, y reacciono mal, tiendo a hacer lo que hice, reaccionando con una agresividad solapada, inponiéndome con carácter firme, sacando el máximo de mi eficiencia para imponerme emocionalmente. Pero esto echa a perder el ambiente, poniéndolo horriblemente denso y afectando a todos.
....
Me dijo mi madre que si quería cortar el queque, debía tomar el rango más alto, en este caso, el de presidente de la mesa, pero preferí ser secretario porque los demás no se sentían seguros en cuanto a su castellano para hacer los informes que tuve que hacer. El presidente quiso serlo altiro.
Pero le dije a ella que tenía esa disyuntiva, que sabía que podía ayudar en las dos partes, o sea, como jefe o como suche, pero me dijo que iba a poder ayudar más siendo jefe.
....
No sé que opinen ustedes. Aunque parezca haciéndome la víctima, no es la idea.
Nuevamente el problema no son los demás. El problema viene de mi interior.
Pues este es el Proceso de la Semana.
Y buscando consuelo y calma caí en uno de mis salmos favoritos.
Pero llegó el fin.
Eran las 16:15 hrs, y decidimos cerrar la mesa 5 minutos antes de las 9 horas, porque no llegaba nadie. Y justo llegó un gallo que había estado trabajando en la feria. Le pidió al presidente de la mesa que si lo podía dejar votar, que había estado trabajando, que la micro se había demorado. Me dio pena, porque yo sé lo que es llegar atrasado a una parte, y como quedaban 4 minutos, dije algo así como "que tiene, déjenlo votar no más". Y el presidente dijo: " el presidente de la mesa soy yo". Mala onda.
El problema fue que como esto me tomó desprevenido, reaccioné mal. Toda la buena onda de toda la votación se fue al tacho de la basura porque me amurré (igual como en el Encuentro Zonal Centro, para los que se acuerdan), y esto les afectó a los demás. Durante un buen rato nadie habló más de lo necesario, y me limité a hacer mi trabajo como secretario muy bien, de modo que cuando el presidente me pedía algo, yo lo tenía listo desde antes. Al rato, los demás se soltaron, pero yo no. Me puse muy, muy serio con el presidente, herido. Tal vez alguien encuentre la palabra que defina esto.
Cuando terminó el proceso, y fue a dejar la carta dirigida para el Presidente del Comité de Elecciones, llegó el presidente de la mesa y me pasó su sobre. Al rato se quedó conmigo. Y cuando el caballero del correo pensó que el presidente de la mesa era yo, el verdadero acotó nuevamente que él era el presidente. A estas alturas no me molesté por esto, porque en realidad, mi problema era otro. Al final, se fue con un "Ya, amigos..." y se fue. Pero no pude revertir mi amor propio herido.
Para más remate, le conté a mi padre primero cuando me fue a buscar, y le dió la razón a él. Si él es el presidente, que tenía que yo, el secretario, meterme. Y en la casa, mi madre me dijo algo parecido, pero en el sentido que aquél que tenga poder, lo va a ejercer si siente que alguien le pone el pie encima. De verdad, nunca fue mi intención conciente hacer eso, pero se lo tomó así, porque así es el caracter de él.
Mi problema fue que sentí que me pusieron el pie encima a mí y me sentí humillado y herido. Podría haber reaccionado bien tirándolo a la talla, pero me lo tomé a la tremenda. Y no lo pude controlar. No es mi estilo andar poniéndole el pie encima a los demás, pero si alguien lo hace conmigo, y reacciono mal, tiendo a hacer lo que hice, reaccionando con una agresividad solapada, inponiéndome con carácter firme, sacando el máximo de mi eficiencia para imponerme emocionalmente. Pero esto echa a perder el ambiente, poniéndolo horriblemente denso y afectando a todos.
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Me dijo mi madre que si quería cortar el queque, debía tomar el rango más alto, en este caso, el de presidente de la mesa, pero preferí ser secretario porque los demás no se sentían seguros en cuanto a su castellano para hacer los informes que tuve que hacer. El presidente quiso serlo altiro.
Pero le dije a ella que tenía esa disyuntiva, que sabía que podía ayudar en las dos partes, o sea, como jefe o como suche, pero me dijo que iba a poder ayudar más siendo jefe.
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No sé que opinen ustedes. Aunque parezca haciéndome la víctima, no es la idea.
Nuevamente el problema no son los demás. El problema viene de mi interior.
Pues este es el Proceso de la Semana.
Y buscando consuelo y calma caí en uno de mis salmos favoritos.
3 comentarios:
Ohh.. que brígido cdo pasa eso.. a mi, personalemnte, me dan ganas de agarrar al otro del cuello y zarandearlo aprtando las manos muy fuerte (algo asi como homero simpson cuando pesca a bart del cuello)... a veces tengo algunos drmanas con eso... y supongo que debe haber sido super desagradable...
pero bueno, estamos en proceso. Solo hay que buscar a Dios, Él hace la obra... y bueno, tratar de no matar a nadie antes... jajaja
ánimo, loco,
un abrazo
ánimo!
Si decidiste cambiar y formar tu caracter, ahí tienes una prueba esencial de q debes controlarte más.
Sino, te tiraste! porque la vas a pasar mal en momentos como ese durante un buen tiempo.....
por eso mi primera palabra, ánimo!
Cuidate, nus vemos!
DTB!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Pues me di cuenta.....
y eso de decidir cambiar mi caracter no es tan así. Más bien le he pedido a Dios que me lo cambie, mira que solo no puedo.
Y los sucesos suman y siguen. Pero ahi veo si cuento lo demás.
Y les va a tocar a ustedes tb si se ponen en las manos del Señor.
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