Gabriel Araneda, nuestro Secretario de Capacitación de la DEN , ha publicado este artículo. Dado que me he sentido así hoy, concuerdo con este poema del Padre Hurtado.
Coincido con Christian Guerra y su discurso del último domingo: queda, pues, demostrado, que la santidad de nuestro hermano el Padre Hurtado se debe a su redención y no a cualquier decreto pontificio.
En estos días en que la imagen lo es todo (hegemonía de la imagen, Debray) y en los que se ha llegado a vanalizar hasta lo invanalizable, permítaseme, en un pequeño homenaje póstumo, transcribir un poema del Padre Hurtado. Helo aquí:
¡Oh Dios! Envíanos locos,
de los que se comprometen a fondo,
de los que se olvidan de sí mismos,
de los que aman con algo más que con palabras,
de los que entregan su vida de verdad y hasta el fin.
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Danos locos, chiflados, apasionados,
hombres y mujeres capaces de dar el salto hacia la inseguridad,
hacia la incertidumbre sorprendente de la pobreza;
danos locos que acepten diluirse en la masa
sin pretensiones de erigirse un escabel,
que no utilicen su superioridad en su provecho.
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Danos locos, locos del presente,
enamorados de una forma de vida sencilla,
liberadores eficientes de los oprimidos,
amantes de la paz, puros de conciencia,
resueltos a nunca traicionar,
capaces de aceptar cualquier tarea,
de acudir a donde sea, libres y obedientes,
espontáneos y tenaces, dulces y fuertes.
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Danos locos, Señor; danos locos.