Ayer estaba pensando en algo parecido: eran las 7:30 AM, y yo, atrasado, intentando tomar micro. Me doy cuenta de lo que pasa todos los días de esta rutina: que luego de las 7:10, es casi imposible tomar micro, ya que los escolares de toda la villa lo repletan, y no dejan suficiente espacio. Y aunque lo hay - en reducida cantidad - el chofer no para.
Siento que todas las micros me sirven. Caminar un poco más o poco menos, o tomar otra micro, pero me sirven. Pero de todos modos no paran. 232, 380, 403, 431, y con choferes deprimidos, irascibles y sin misericordia por el humilde estudiante universitario y los esforzados trabajadores que, en su rutinario devenir, fueron atrapados por sabanás entre 10-20 min y quedaron sin poder viajar a si habitual labor.
Decido salir a Camino Melipilla, con la esperanza de tomar otras micros que también me sirven. Sin embargo, sucede lo mismo: las micros, repletas, con personas de Talagante, Melipilla, Padre Hurtado, Cuidad Satélite y Villa El Abrazo, no paran. Veo con pena pasar unas micros verdes, de esas que dicen "Talagante", pero con un letrero maldito que dice: DIRECTO en la cual, al subir una vez, me dijeron: no admitimos pase porque es DIRECTA. Dolorosa discriminmación.
Luego de 15 minutos - a las 7:47 - subo a la micro 615 - aquélla micro fantasmagórica que es capaz de llevarme a la Universidad y a la casa de mis mejores amigos. Para, subo, y el chofer NO me da boleto. Pienso en reclamarle, pero el sólo hecho de mi decepción por el exceso de demanda de pasajeros, me desanima y desisto.
Y pasa lo más temido: Micro carreta, sube mucha gente, baja mucha gente, y vuelve a subir mucha gente. Veo con tristeza e indignación que, al desocuparse un asiento, probablemente otro universitario como yo se encarama al asiento disponible y me mira con cara de "si tú no lo quieres, es mío, y no me importan los demás". Suben, bajan, suben, todo lento. Embotellamientos y tiempo perdido. Chiflidos y zapateos de los usuarios. La cara de guerrero del chofer como si se le fuera a acabar la vida por este viaje, que debía ganar.
Resultado: llego a las 8:45 AM a la universidad. Me bajo en Blanco con Beauchef, y llego a mi sala, la B204, donde tengo Economía. Mi esperanza se esfumó: la profesora llegó a la hora y no dejará entrar hasta las 8:45. Pero gracias a Dios no lo hizo y, luego de pasar al urinario, pude entrar y disfrutar de la clase. Pero pasó lo mismo que el lunes, donde tomé finalmente una micro verde que me dejó en el termnal San Borja, en Estación Central, tomé otra micro y llegué un poco antes, pero el cambio de sala me obligó a atajar la clase antes que la puerta se cierre.
Hoy me quedé dormido sólo 6 minutos, salí de la casa a las 7:10 y, aunque colgando, pude llegar a la universidad a las 8:20, donde me esperaba una cita con el doctor y luego otra clase.
10 minutos pueden valer oro.
Hoy murió alguien que bajó de la micro 333, que me sirve para ir al PEPP, pero caminando 20 minutos. ¿Transantiago solucionará este doloroso trance?
Siento que todas las micros me sirven. Caminar un poco más o poco menos, o tomar otra micro, pero me sirven. Pero de todos modos no paran. 232, 380, 403, 431, y con choferes deprimidos, irascibles y sin misericordia por el humilde estudiante universitario y los esforzados trabajadores que, en su rutinario devenir, fueron atrapados por sabanás entre 10-20 min y quedaron sin poder viajar a si habitual labor.
Decido salir a Camino Melipilla, con la esperanza de tomar otras micros que también me sirven. Sin embargo, sucede lo mismo: las micros, repletas, con personas de Talagante, Melipilla, Padre Hurtado, Cuidad Satélite y Villa El Abrazo, no paran. Veo con pena pasar unas micros verdes, de esas que dicen "Talagante", pero con un letrero maldito que dice: DIRECTO en la cual, al subir una vez, me dijeron: no admitimos pase porque es DIRECTA. Dolorosa discriminmación.
Luego de 15 minutos - a las 7:47 - subo a la micro 615 - aquélla micro fantasmagórica que es capaz de llevarme a la Universidad y a la casa de mis mejores amigos. Para, subo, y el chofer NO me da boleto. Pienso en reclamarle, pero el sólo hecho de mi decepción por el exceso de demanda de pasajeros, me desanima y desisto.
Y pasa lo más temido: Micro carreta, sube mucha gente, baja mucha gente, y vuelve a subir mucha gente. Veo con tristeza e indignación que, al desocuparse un asiento, probablemente otro universitario como yo se encarama al asiento disponible y me mira con cara de "si tú no lo quieres, es mío, y no me importan los demás". Suben, bajan, suben, todo lento. Embotellamientos y tiempo perdido. Chiflidos y zapateos de los usuarios. La cara de guerrero del chofer como si se le fuera a acabar la vida por este viaje, que debía ganar.
Resultado: llego a las 8:45 AM a la universidad. Me bajo en Blanco con Beauchef, y llego a mi sala, la B204, donde tengo Economía. Mi esperanza se esfumó: la profesora llegó a la hora y no dejará entrar hasta las 8:45. Pero gracias a Dios no lo hizo y, luego de pasar al urinario, pude entrar y disfrutar de la clase. Pero pasó lo mismo que el lunes, donde tomé finalmente una micro verde que me dejó en el termnal San Borja, en Estación Central, tomé otra micro y llegué un poco antes, pero el cambio de sala me obligó a atajar la clase antes que la puerta se cierre.
Hoy me quedé dormido sólo 6 minutos, salí de la casa a las 7:10 y, aunque colgando, pude llegar a la universidad a las 8:20, donde me esperaba una cita con el doctor y luego otra clase.
10 minutos pueden valer oro.
Hoy murió alguien que bajó de la micro 333, que me sirve para ir al PEPP, pero caminando 20 minutos. ¿Transantiago solucionará este doloroso trance?
5 comentarios:
ay.. las micros...
me reservare mis comentarios.
Odio el sistema de locomoción colectiva, todos los días veo como mil personas tratan de volver a sus casas, y digo tratan porque aunque pagan pasaje completo no significa que haya espacio suficiente para que suban, o que el chofer los trate con total dignidad, al ver esto sólo recuerdo las películas que llevaban a las personas a campos de concentración, y aunque el fin no es el mismo pareciese que si. Viajar en micro es un verdadero suicidio. Es terrible que cada mañana y cada noche personas tengan que esperar 1 hora la micro para recién poder subir y así poder llegar a sus casas o para llegar a trabajar, asi que estimado Jaime, da gracias que no estas en este lugar del viaje. Claro que no es menos lamentable. Mi pregunta es, cómo se espera que tengamos una vida feliz si el viaje nos consume más que cualquier cosa.
Estoy feliz porque pronto podré usar el metro, pero también me cuestiono si será tanta felicidad, viajar como sardina en horas pic no es lo mejor que existe. Me asegura que pasa a horas exactas, pero no me asegura que tal vez pueda subir.
Plop con la construcción de nuestra ciudad. Acaso el hacinamiento no es un mal terrible en nuestra sociedad de ciudad?. Bueno por ahí quedan tirados los discursos de ciudades más verdes, más cercanas, más transitables al peatón, más armonicas con el ser humano, en fin. Bla-Bla-Bla
mmm no les puedo entender, jejeje
Gracias a Dios encontré un trabajo muy cerca de mi casa, voy contra la corriente(amén) de toda la masa que va al centro. Pero pude vivir las experiencias que relatas James, donde estaba muchos minutos esperando, donde cada minuto pareciera que fuese una hora, aah que horrible...
tiempo de aprendizaje para ser humildes.
ñeeee.....
%&·$% micros q no paran nunca
por suerte me van a dejar al metro :P
oiepp...parece q eres medio vicioso de esta cosa...
ahi voy a intrusear pa kxar
que onda con las apariecias del blog...
adioZZIn
PD: ahora quizas actualice mas seguido
tantas veces me ha pasado esto mismo que he querido tomar micros y no te paran y lo que me da más rabia es que te ven que tú los estás parando pero nada, pasan de largo, y uno multiples veces va atrasado, tal vez lo mejor sería que el metro llegue a todo Santiago, es más fácil, rápido, incluso más barato que la micro (pa' los que no tenemos pase la micro cuesta: $350 pesos, con la multivia que sea ahorras $30 pesos), bueno tu blogger, me gusto, bendiciones
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