Disfrútenlo!!
Saludos!!
Hoy en día, tenemos un concepto muy diferente del discipulado que el que Jesús tenía cuando escogió a sus discípulos. En el tiempo de Jesús, las personas elegían quién iba a ser su maestro, su rabino. Las personas elegían a quién iba a seguir y de quién iban a ser discípulos.
Como siempre, Jesús contrastando con la estructura religiosa del momento, tenía otro punto de vista en cuánto al discipulado. Jesús eligió a sus discípulos. Incluso, podríamos decir que desanimó a otros que “lo eligieron” para que no lo siguieran.
Jesús se apartó al desierto a orar más de un mes antes de “escoger” a sus discípulos. Él encontraba en el discipulado algo muy importante para El Reino.
En Mateo 23, Jesús habla directamente acerca de su concepto de discipulado contrastando con el concepto de los líderes del día. El término “discípulo” incluye el que la persona se someta a una autoridad y que sirva a su maestro o líder. Pero Jesús pone el dedo en la llaga del concepto equivocado que los fariseos tenían del discipulado, y hoy, quizás pone el dedo en la llagada de nuestro concepto de discipulado.
El problema, dijo Jesús en Mateo 23, era que los fariseos querían que sus discípulos se sometieran a ellos y no a Dios a través de la ley de Moisés. Usurparon la autoridad de los principios de Moisés porque habían creado su propio sistema de tradiciones y reglas las cuales “sus discípulos” tenían que seguir rigurosamente.
Los fariseos tenían una relación académica con sus discípulos no una relación espiritual. Tenían una relación de autoridad autoritaria no de servicio sacrificado. Esta fue otra razón del enojo tan grande que tenían éstos con Jesús; el hecho que Jesús aligeró la carga del ser discípulo.
El gran problema de los fariseos es nuestro gran peligro hoy en el discipulado; el desear que otros sean nuestros discípulos. El desear tener autoridad sobre otros.
Es muy fácil caer en este error porque en la medula del concepto del discipulado está la sumisión a un maestro. Los maestros judíos agarraban la servilleta y se la ponían en el cuello para que sus discípulos les sirvieran. Jesús rompió con todo cuando agarró la servilleta y les lavó los pies a sus discípulos.
En este pasaje también está el problema que hoy en día tenemos con los títulos y prefijos inflados y sobre-evaluados que en el liderazgo cristiano utilizamos con referencia a tener discípulos.
Jesús habla de 3 títulos que no deberían ser usados por los mortales; Rabino, Padre y Líder. Sólo hay Uno con la autoridad de un Rabino, Padre y Líder. Jesús no sólo se estaba refiriendo al uso exacto de estos términos, sino a la arrogancia asociada con ellos en cuanto a la relación de los fariseos con sus discípulos.
Lo que es más, yo leo en éste pasaje que no debe haber jerarquía entre aquellos que están en Cristo porque todos somos hermanos. El término “Padre”, se le asignaba de forma respetuosa a líderes judíos que la gente admiraba, pero Jesús fue claro en decir que es ese término era sólo para Dios, que sólo El era Padre.
En el versículo 10 leo que la grandeza en El Reino de Dios no se mide como los rabinos lo medían, por cuántos discípulos tenían bajo su autoridad. Al contrario, se determina de acuerdo al servicio. Es decir, es a cuántos discípulos servimos lo que importa.
Con esto en mente, permíteme exponer algunos cambios de paradigma que deben ocurrir en el maravilloso mundo del discipulado contemporáneo.
DE CUÁNTOS A QUIÉNES
Hoy en día pareciera que la “onda” de tener discípulos ha caído a ser como competencia para ver quién tiene más. En lugar de cuidar quiénes son nuestros discípulos, sólo nos concentramos en cuántos queremos tener.
Es obvio que, cuando uno profundiza el estudio de las Escrituras, en la materia del discipulado lo que cuenta no es “cuántos” sino “quiénes”.
Jesús buscó dirección del Padre para decidir quiénes debería escoger como sus discípulos. Jesús estaba preparado para escogerlos, él sabía a quiénes tenía que llamar, y a quiénes no. Jesús sabía que tenía que escoger a las personas indicadas como sus discípulos.
A Dios no le interesa cuántos discípulos tienes. El te va a pedir cuentas de quiénes son tus discípulos.
Al enfocarte en “quiénes son tus discípulos” en lugar de “cuántos discípulos tienes”, vas a poder ser efectivo en el ministerio del discipulado.
El discipulado tiene que ver con conocer a la persona; con conocer sus sueños, sus deseos, sus anhelos más profundos. Es acerca de caminar tan cerca de él o ella que puedan sentir el latido de tu corazón, el aliento de tu risa y la humedad de tus lágrimas.
El discipulado no es un programa, es un estilo de vida donde te involucras en la vida de personas que has escogido para enseñarles la vida con Jesús.
DE CLONACIÓN A TRANSFORMACIÓN
El discipulado no es clonación. Es risible hoy en día ver cómo en muchas iglesias y ministerios los “seguidores” de un pastor o líder se esfuerzan por imitarlo en todo, hasta buscan la manera de tener el mismo acento al hablar y de vestirse de
la misma manera.
Esto choca directamente con el concepto básico de lo que un discípulo es. Una parte muy importante del discipulado, es que la persona aprenda a pensar por sí misma.
No es cuestión de imitación, es cuestión de formación.
Muchos se excusan detrás de la frase de Pablo: “Sed imitadores de mi. . . .” (I Corintios 11:1). Pablo no estaba hablando de la “imitación” como copia o réplica, estaba hablando de ser un reflejo genuino de la vida de Cristo.
El “tener” discípulos no significa tener jóvenes que sean igual que tú. No sólo es arrogancia exigirle a los jóvenes a que sean como tú, ¡sino que sería aburridísimo estar en un grupo donde todos sean igual que el líder o pastor de jóvenes!
El “tener” discípulos en el grupo de jóvenes, significa caminar con ellos y ellas la aventura de encontrar cómo reflejar en sus vidas la vida de Jesús.
Al ser líder de jóvenes, no te esfuerces porque tus chicos y chicas sean como tú. Esfuérzate a que sean como Jesús. Al ser discípulo en la vida cristiana, no te esfuerces por ser como tu líder, esfuérzate por ser como Jesús.
DE SÍRVANME A YO SIRVO
En muchos grupos juveniles leen mal el Salmo 23. El texto dice: “El Señor es mi pastor”, y no dice “El pastor es mi Señor”.
En el genuino discipulado, el maestro sirve al discípulo, no el discípulo al maestro. El que lava los pies es el maestro no el discípulo. Esto contrasta tanto hoy en día con muchos líderes cristianos que tienen a su disposición un pequeño ejército de “discípulos” que les sirven y están a “sus órdenes”.
El maestro al que tenemos que servir es Jesús, nada más.
El verdadero discipulado nos va a llevar a al servicio genuino de Jesús y de otras personas. La idea es desarrollar en nuestros discípulos un espíritu de servicio, pero no hacia nosotros, sino hacía Jesús y los demás.
Nuestros discípulos aprenderán a servir a Jesús y a otros de acuerdo a cómo nosotros los sirvamos a ellos y a ellas. La forma en que nosotros sirvamos a nuestros discípulos determinará la forma en que ellos servirán a otros.
Nuestros discípulos deben ver en nosotros el espíritu humilde de Jesús al servirlos a ellos y ellas. En el grupo juvenil, el líder debe ser el que comparte las tareas con los jóvenes, no sólo el que “dirige”. Cuando tus discípulos te vean moviendo sillas, limpiando baños, moviendo mesas en lugar de sólo “dirigiendo”, entonces estás enseñándoles a servir.
Pero si tú eres muy importante para hacer estas cosas, entonces dedícate a otra cosas, porque para discipular jóvenes, tienes que servir y no ser servido.
Marcos 10:45 revienta en el centro de la cultura del servicio al maestro.
Con todo esto entonces, ¿quién es un discípulo? Creo que Marcos 3:13-15 lo describe a cabalidad:
“Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios”.
¿Quién es un discípulo? Cualquiera que está profundamente y personalmente comprometido o comprometida con Jesús. Es quien manifiesta, refleja el poder y la autoridad de nuestro Señor para extender Su Reino.
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Junior Zapata es Director de educación cristiana del Colegio América Latina, una de las instituciones educativas más grandes de Latinoamérica. Orador especialista en nuevas estrategias de educación y liderazgo. Autor.